Santa Pola con niños: Las salinas y el museo de la sal


En este último trimestre Marco ha estado estudiando un poco de geografía sobre la Comunidad Valenciana y sobre la provincia de Alicante. Realmente han aprendido unos pocos datos ya que con sus recién estrenados 8 años es su primer acercamiento a esta materia. La cuestión es que entre las cosas que aprendieron estaban las salinas de Santa Pola. Les explicaron qué eran unas salinas y que allí habían muchas aves acuáticas entre las que se encuentran los flamencos.

Marco ya había visto flamencos en otras ocasiones pero siempre ha sido en algún parque de animales. Nunca los había visto en libertad. Así que cuando me lo contó le dije que podíamos ir un día a verlos ya que Santa Pola y sus salinas están muy cerquita, a escasos cuarenta minutos de casa. Desde ese momento estaba impaciente por ir a verlos.Ayer por la mañana nos decidimos y pusimos rumbo a los flamencos.

Busqué información por internet sobre el Parque Natural de las Salinas de Santa Pola y sobre el Museo de la Sal y organicé la visita.

Primero iríamos al museo que también alberga el centro de recepción de visitantes de modo que pudiéramos recoger la información que necesitásemos y después haríamos alguna de las rutas propuestas para ver a las aves.

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Por todos los recorridos habilitados hay observatorios como este. Para disfrutar desde la sombra.
Yo quería salir de casa a las nueve de la mañana para hacer la visita temprano dado el calor que está haciendo ya pero no hubo manera. No os imagináis lo que les cuesta arrancar por las mañana. Es una misión imposible. Al final salimos de casa sobre las diez más o menos.
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Antiguas vagonetas de tracción animal para el transporte de la sal. Usaban vacas para tirar de ellas.
En poco menos de una hora llegamos a nuestro destino. Aparcamos, nos embadurnamos de protector solar (que ya picaba de buena mañana), gorras, agua a la mochila y camino.

Consejo: En esta visita es imprescindible usar mucho protector solar de una graduación, ropa cómoda y transpirable, calzado deportivo (no chanclas), gorra y muchísima agua. Es una zona donde la vegetación es principalmente baja, no hay árboles que den sombra y en verano el sol pega muy fuerte. Además en la zona de las dunas hay que caminar por arena que quema. Nosotros cuatro nos bebimos unos tres litros de agua en menos de cuatro horas.

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“Pequeño pájaro patilargo”

En el recinto donde está el Museo de la Sal hay un par de balsas donde ya vimos algunas aves acuáticas.

Nosotros solo reconocimos a las gaviotas y a un flamenco solitario que estaba de pié en el agua. El acceso al museo y el recorrido por estas balsas está adaptado, así que se puede llevar un carrito sin problemas. Junto a las balsas hay paneles informativos que nos hablan de las aves que podemos ver y hay un observatorio con forma de caseta que nos permite disfrutar de las vistas tranquilamente desde la sombra.
Al entrar en el museo de la sal, que es gratuito, nos recibió una chica del centro de recepción de visitantes. Nos explicó que podíamos dar una vuelta por el museo y después, si nos apetecía, nos pondría un vídeo de unos diez minutos sobre el parque natural. También nos dijo que el día anterior los flamencos habían estado en la balsa junto al museo pero que se habían marchado hacia otro lado. Solamente quedaba el flamenco que habíamos visto porque está herido y no puede volar de modo que siempre está en esta balsa. Ella nos dio un folleto sobre el parque y nos indicó la zona donde era más probable que estuvieran y que podíamos hacer una ruta que pasaba por esas balsas.
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Parte del mecanismo de los antiguos molinos de sal.
Entramos en el museo y dimos una vuelta. No es muy grande por lo que puedes verlo en poco tiempo.

El museo de la sal está ubicado en las instalaciones de la antigua “Salinera Española” y conserva en su interior el molino de sal que estaba instalado allí.

Se ha restaurado todo lo posible para que podamos observar la maquinaria que se utilizaba para moler la sal que se extraía de las salinas. También vemos un par de las antiguas vagonetas que se usaban para el transporte. Se unían unas a otras y eran tiradas por vacas hasta la llegada de los tractores.
En el museo hay unas pequeñas muestras sobre los distintos tipos de sal, la sal a través de la historia, algunas de las salinas más importantes del mundo, usos de la sal… y antiguas fotografías de cómo se trabajaba antaño.
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Este es el flamenco que no puede volar. Esta siempre en la balsa que hay junto al Museo.
Al salir vimos la proyección ya que el peque no quería perdérsela. Nos despedimos de la chica y volvimos al coche. Por cierto, estábamos solos. No había nadie más en el museo. Antes de dirigirnos al otro extremo de las salinos nos tomamos un tentempié: un poco de fruta y zumo. Y es que ya eran cerca de las doce y había hambre.

Según la información que nos habían dado hay dos rutas interesantes para hacer a pie por las salinas de Santa Pola.

Para llegar a la ruta amarilla, que era la que nos habían recomendado, había que coger la N-332 en dirección a Cartagena hasta que encontrásemos indicaciones hacia “La Marina”. Seguimos estas indicaciones y tomamos la salida que indique “Playa del Pinet”. No tiene perdida.
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Mi pequeño gran explorador. 🙂
Al llegar a la zona de la playa del Pinet nos encontramos un pequeño aparcamiento justo al inicio de la ruta. Aparcamos, nos pusimos más protector solar, cogimos más agua y comenzamos a caminar.
Esta ruta recorre de forma circular las dunas que hay entre las salinas y el mar. La primera parte del recorrido transcurre junto a las balsas desde donde podemos admirar las aves. Hay varios observatorios con sombra, cosa que se agradece ya que el sol pegaba muy fuerte. En cambio la segunda parte discurre cerca del mar donde el paisaje es algo distinto.
Consejo: Intentad llevar unos prismáticos. Las aves no siempre están junto al camino. (Los míos son de Amazon y podéis encontrarlos aquí)
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Un gran grupo de gaviotas.
El trayecto hasta el primero de los observatorios está adaptado pero a partir de aquí se alternan grandes tramos por las arenas de las dunas con pequeños trozos de plataforma de madera cuando hay que salvar algún pequeño desnivel. Por lo tanto si lleváis peque muy peques tenéis que saber que es imposible usar el carro o las bicis.
Pasear por arena provoca que el trayecto se haga bastante pesado y cansado para los peques aunque sea de dificultad muy baja. Los pies se hunden en la arena y cuesta más caminar. A la peque tuvimos que llevarla a caballito la última parte del recorrido porque estaba reventada.
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Aunque el trayecto es corto y fácil, cuesta mucho caminar por las dunas.
Durante el trayecto hay paneles explicativos sobre la ruta, la flora y la fauna de la zona. Pudimos ver muchísimas gaviotas, “pequeños pájaros patilargos” (nombre genérico de las aves que no conocíamos según mi hijo Marco), un saltamontes enano y seis o siete flamencos.

Puntualización: que haya flamencos no implica que vayas a verlos. Es una zona en la que las aves están en libertad y por tanto pueden estar en cualquier parte. Las salinas ocupan una extensión de 2.470 hectáreas, es decir 24,7 Km cuadrados, y las zonas habilitadas para las visitas son muy pequeñas en comparación.

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Un pequeño grupo de flamencos junto a las dunas
Terminamos nuestro recorrido sobre la una y media del medio día, cansaditos y con mucho calor. Así que decidimos volver a comer a casa y echarnos la siesta. Por la noche había cena y teníamos que estar descansados.
Al final habíamos conseguido ver unos pocos flamencos porque las bandadas no estaban tampoco en estas lagunas pero estábamos contentos. Pero…. mientras volvíamos para casa, de repente, en dos de las balsas que hay pegadas a la carretera nos encontramos con grandes grupos de flamencos. Marco pudo verlos aunque fuera de pasada ya que no podíamos parar.
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Al final pudimos ver dos enormes grupos de flamencos mientras íbamos circulando con el coche.
Este tramo de la carretera nacional transcurre por una zona en la que no hay arcén y mucho menos aparcamiento. Además tiene mucho trafico por lo que tampoco es posible disminuir la velocidad. Aun así pude hacer alguna foto desde la ventana del copiloto (de pasada y sin enfocar mucho).
Mamá: – Marco, ¿te ha gustado lo que hemos hecho hoy?
Marco: – Sí, me ha gustado mucho.
Mamá: – ¿Qué es lo que te ha gustado más?
Marco: – Ver los flamencos.
Mamá: – ¿Y lo que menos?
Marco: – Que me he cansado mucho caminando. 🙂
Más información: Santa Pola Turismo
Más fotos: aquí
Localización (el punto rojo es el museo de la sal):

¿Qué os ha parecido el museo de la sal? ¿Y la ruta por las salinas? No olvidéis contarme vuestras impresiones. Me encantará conocerlas. Podéis hacerlo dejándome un comentario.
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6 Comentarios

  • Reply
    Pilar
    25 junio, 2012 at 10:46 am

    ¡Genial!
    Nosotros pasamos casi todos los veranos unos días muy cerquita de Santa Pola y las salinas las hemos recorrido con los peques, es cierto que se cansan pero se sienten un poco Indiana Jones y eso les compensa.
    Está muy bien ir en verano cuando cae la tarde pero nunca, nunca cuando no haya luz porque… los mosquitos, bueno las mosquitas… ¡¡son devoradoras!! o sino, en lugar de protección solar repelente contra insectos a litros… je,je,je.
    Precioso paseo con los peques en la mochila…
    Un abrazo.

    • Reply
      mariajose
      25 junio, 2012 at 10:54 am

      Muchas gracias por tu comentario Pilar.

      Es una idea fantástica lo de visitarlo a últimas horas de la tarde porque así el calor se lleva mejor. Y es cierto que se sienten muy importantes explorando y además sin ningún peligro.

      Un abrazo. 🙂

  • Reply
    Gema
    25 junio, 2012 at 1:02 pm

    Me encanta la entrada, nosotros no hemos estado nunca asi que me la apunto pero ya será para despues del verano que ahora con estos calores va a ser que no… de todos modos esto se puede visitar durante todo el año no??

    gracias por la info guapa

    bsitos y feliz semanita!!

    • Reply
      mariajose
      25 junio, 2012 at 1:44 pm

      Hola Gema:
      La verdad es que si que hace mucho calor. Puede visitarse todo el año sin problemas y de forma gratuita. Además, gracias a las condiciones que hay en el parque alguna de las colonias de flamencos ya no emigran y estan también durante el invierno.

      Un abrazo. 🙂

  • Reply
    maria eugenia
    25 junio, 2012 at 2:11 pm

    Genial.., mira que he estado veces por la zona.. y he pasado por allá.., pero nunca me detuve.., lo tengo en cuenta…, por cierto acabo de inscribir a Alejandra en lo de arqueólogo por un día de la pobla de ifac.., ya te contaré que tal…

    • Reply
      mariajose
      25 junio, 2012 at 2:49 pm

      Es algo que tenemos muy cerca y que muchos no conocemos. Para nosotros ha sido la primera vez en ir.

      No dejes de contarnos que tal está el taller de arqueología.

      Un abrazo. 🙂