Finepark Bungalows: Un fantástico descubrimiento


Hace algunas semanas Michael y Gabriela se pusieron en contacto conmigo para hacerme llegar información sobre un fin de semana en familia que habían organizado en su complejo de Finestrat: Finepark Bungalows. Se trataba de un finde en el que ofrecían alojamiento en los distintos bungalows y excursiones por Sierra Cortina y/o el Puig Campana. Para los peques que no fuesen de excursión habría monitores con actividades en el alojamiento.
Recuerdo que me llamó mucho la atención que propusieran que todos los que acudiesen al evento, llevasen algo para hacer una barbacoa común la noche del sábado (todas las casas tienen cocina por lo que el régimen suele ser solo de alojamiento). Tan pronto como leí su propuesta me sentí transportada a los campamentos de mi adolescencia. Me pareció una idea genial. Pensar en que todas las familias que estuviesen en las distintas casas se reuniesen junto a la barbacoa a cocinar y cenar juntas… Una oportunidad de conocer gente nueva, de comentar las experiencias del día, de que los niños hagan nuevos amigos con quien jugar… con el aroma de las brasas y un cielo estrellado sobre las cabezas… Total, que me pareció una gran idea y la compartí a través de las redes sociales.
A raíz de aquel primer encuentro seguimos charlando. Y tras algunos mails Gabriela y Michael decidieron invitarnos a conocer Finepark. Querían que os pudiese contar en primera persona lo que es alojarse en uno de sus bungalows rodeados de naturaleza. Unas semanas después, allí estábamos, dispuestos a disfrutar de todo lo que Finepark nos ofrecía.


Llegar hasta el complejo es bastante sencillo. Nosotros no tuvimos ningún problema para encontrarlo. Llegamos el viernes por la tarde, a eso de las siete. Nuestros anfitriones no podían venir hasta el día siguiente, pero allí estaba Abdul, el encargado, para recibirnos. Él, muy amablemente, nos ayudó a bajar las cosas de la furgoneta y nos mostró la que sería nuestra casa durante el fin de semana. 
Era una casa de obra bastante grande: dos dormitorios, un baño, una cocina/comedor muy amplia y un porche espectacular. Toda la casa se veía muy acogedora. Estaba decorada de forma sencilla pero cuidando los detalles. Los dos dormitorios eran amplios. Uno tenía cama de matrimonio y en el otro había dos camas. Según me dijo Gabriela, ajustan el número y tipo de camas a los huéspedes que vayan a estar en cada bungalow (con literas, camas supletorias, cunas…). El baño era pequeño, pero vamos, perfecto para los días de vacaciones. Tenía ducha, no bañera. La cocina-comedor era amplia y muy equipada: Horno, microondas, cafetera, tostadora (es la primera vez que encuentro una), menaje para todos… Además se veía todo muy, muy cuidado. No os diré que estaba perfecto porque no es así, porque la perfección no existe. Sí encontré algún pequeño desperfecto, pero como en todos lados: sin importancia, subsanable y que no afectaban para nada nuestra estancia.

Dejé todas las cosas en la casa y salí al porche un momento. Era lo mejor de todo. La casa me había gustado pero el porche… Y no por el porche en sí, sino porque se abría directamente al monte y a la zona de juegos. Esto me proporcionaba la posibilidad de relajarme en él, disfrutando de la naturaleza que nos rodeaba mientras veía a los niños jugar.

En esta zona de juegos tienen una cama elástica, una casa de madera llena de juguetes y disfraces, un arenero, columpios, más juguetes… Las otras casas también tienen sus columpios pero aquí es dónde estaban la mayoría de los juguetes. De todas formas, los peques tienen la libertad de coger lo que quieran y llevárselo a cualquier parte de la finca para jugar. También hay unas porterías para los amantes del balón y… ¡Una casa en un árbol! Tienen metros y metros y metros de campo para correr y explorar. Hasta un par de cuevas y un túnel que harán las delicias de los más mayores. Eso sí, con los chiquitines siempre mucho ojo. El campo es campo, la naturaleza es naturaleza y con los niños pequeños siempre hay que tener mucho cuidado.

Una vez nos hubimos instalado, y antes de que se hiciese de noche, Abdul nos mostró todas las instalaciones. Finepark Bungalows consta de cuatro casas (dos de madera y dos de obra). Cada una de ellas tiene una capacidad distinta. Podéis estar en una casa como la nuestra si sois 5/6 personas o alojaros hasta 25 en una de las grandes. Los precios varían dependiendo de la casa, del número de personas y de la época del año. Lo mejor es que llaméis directamente a Gabriela (o le mandáis un mail), le decís cuantos sois y ella os dirá el precio y organizará el alojamiento para que estéis lo mejor posible. Las casas grandes tienen dos plantas con entradas independientes de modo que pueden alquilarse enteras o por planta. El mail es michael@finepark.com y los teléfonos 965878277/ 646802542

Además de lo que ya os he contado, está la barbacoa y una pequeña piscina donde poder refrescarse en verano. Nosotros no la probamos ya que aun hacía frío (de noche tuvimos que ponernos manga larga y chaquetas para pasear), pero tenía una pinta… Lo que sí hicimos fue tumbarnos un rato en las hamacas y relajarnos tomando el sol. Era una maravilla. Lo único que no me gustó del todo, y así se lo comenté a Gabriela, fue la valla que tiene. La piscina está vallada  (y otras zonas del complejo también) pero la valla es de cuerda. Tiene puertas que se pueden poner o quitar según las necesidades y alrededor de la valla diferentes plantas. De todos modos, he de deciros que mis hijos no se acercaron ni un momento a la zona y eso que la teníamos a la vista desde el porche (¡otra cosa que era genial!). Aunque nosotros tampoco le quitamos el ojo de encima a Carla. Como os dije antes, a los pequeños hay que tenerlos siempre a la vista.  
Después de nuestra pequeña exploración, cuevas y túnel incluidos (recordad llevar linternas) nos fuimos a la casita a cenar. Ya era hora de descansar. Por cierto, Abdul se portó genial con los peques. Estuvo pendiente todo el rato mientras estábamos explorando con él, contestando a sus preguntas, advirtiéndoles de dónde tenían que tener cuidado, dándoles instrucciones, llevando de la mano a Carla que no paraba de decirle lo mucho que le encantaba todo…

Acostamos a los peques y aprovechamos que papá se quedaba con ellos para hacer, Marco y yo, una ronda nocturna. Hacía mucho viento y frío, así que cogimos las chaquetas y las linternas y nos dimos un paseo madre-hijo por la finca. Fue breve pero maravilloso. Vimos el cielo lleno de estrellas, escuchamos los sonidos nocturnos… “Mamá, yo no sabía que el viento entre los árboles sonaba parecido al mar”
A la mañana siguiente me levanté sin hacer ruido dispuesta a tomarme un tranquilo desayuno escuchando los pájaros y viendo como los rayos del sol invadían poco a poco el valle. Debían ser poco más de las ocho. Me disponía a sentarme con César en el porche, frente a mi tostada y mi café cuando de repente salieron de la casa los otros dos corriendo. Sin apenas darme los buenos días comenzaron a jugar y asaltar en la cama elástica. Entre brinco y brinco decían…”Mamaaaaa… Haznos la leche…”

Sobre las once llegaron nuestros anfitriones: Michael, Gabriela y su hijo Dani. Nos presentamos, charlamos y… ¡nos fuimos de excursión! Gabriela nos llevó hasta la fuente que antiguamente abastecía de agua para regar a toda la zona. Los peques lo pasaron genial dando de comer a los ponis que encontramos en el camino, jugando con Dani e intentando encontrar ranas.
Al regresar a Finepark vimos que ya estaba Michael preparando la barbacoa. Mmmmm que bueno estaba todo. Me encantan las barbacoas. Y el chimichurri que preparó Gabriela… Mmmmmm…

Lo estábamos pasando genial. Todos estábamos encantados. Y entonces… César comenzó a ponerse enfermo. ¡Que casualidad! Teníamos previsto hacer otra excursión por Sierra Cortina esa tarde pero no iba a poder ser. Nos acercamos un momento con Gabriela y Dani a la zona, en coche. Desde lo alto de Sierra Cortina hay unas espectaculares vistas de la costa. Se ve desde Calpe hasta casi Alicante. Era precioso. La ruta que discurre por esta zona es fácil para ir con peques pero teníamos que dejarla para otra ocasión. Le estaba subiendo la fiebre al peque y con mucha pena decidimos que lo mejor era recoger todo y volver a casa por si acaso.

Con Marco disgustado porque ya no nos quedábamos hasta el domingo y Carla llorando porque estaba muy triste al tener que despedirse de su nuevo amigo, pusimos rumbo a casa. Habíamos disfrutado de una jornada maravillosa en Finepark y nos quedaba el sabor agridulce de no haber podido hacer el resto de excursiones que Gabriela nos había preparado: Sierra Cortina, ruta familiar por Finestrat, el pantano del Amadorio… Pero bueno, hay que ver el lado positivo: ¡Tenemos excusa para volver! 🙂
Aunque, sinceramente, siendo un sitio tan chulo no hacen falta excusas. Tan solo se necesitan las ganas de disfrutar de la naturaleza y de un entorno precioso con la sensación de estar como en tu propia casa.
Localización exacta:


Ver Con los niños en la mochila en un mapa más grande

Indicaciones: Finepark Bungalows está a 8 km de Benidorm y 4 km del pueblo de Finestrat. Desde la autopista AP7 Valencia- Alicante (o la carretera Nacional 332) hay que salir en dirección La Nucia-Callosa. Después coger la cv-758 dirección Finestrat hasta el kilómetro 4 de esa carretera. En ese punto encontrareis el Restaurante “El Pages ” que queda a la izquierda. Doblar a la derecha por la calle que hay nada más pasar el restaurante y a unos 900m. encontraras la entrada al Finepark. A lo largo de esta calle hay varios carteles rojos indicando el camino. Las coordenadas GPS son: N: 38.575475 W-0.175720
Si tenéis cualquier duda llamar al 965.878.277 o al 646.802.542 y preguntad por Gabriela.
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