Ruta teatralizada La aldea perdida: planes con niños en Asturias

Hace ya mucho tiempo que os tendría que haber hablado de esta ruta. Hace ya mucho tiempo que tendría que haberos contado cuanto disfrutamos descubriendo cómo se vivía antaño en las tierras asturianas del Valle del Nalón. Cuando me gustó pasear entre Entralgo y Villoria acompañada de algunas personas que vivieron en la zona allá por el 1900. Me encantó descubriendo sus montes, sus paisajes, su gastronomía y sus historias. Hace ya mucho tiempo que os tendría que haber hablado de la ruta teatralizada La Aldea Perdida. Este es uno de esos post que quedan pendientes, al que quieres dedicar su tiempo, de esos que sabes que vas a escribir con un cariño especial ya que todo lo vivido fue muy especial. Desde ya, mil gracias de nuevo por aquellos días Bárbara.

Muchos veranos han pasado ya desde que disfrutamos de cinco maravillosos días en compañía de Bárbara, propietaria de El Trasgu la Fronda, y de toda su familia.

Durante nuestras pequeñas vacaciones en Asturias pudimos visitar Bragañones, en lo alto del Parque natural de Redes, recorrer la preciosa Ruta del Alba, visitar “la playa de los dinosaurios”, cuidar a los animales de la granja, disfrutar de la gastronomía típica de Asturias… Y también, sentir como era la vida hace muchos años en  la ruta teatralizada La Aldea Perdida.

La Aldea Perdida, es una novela escrita por Armando Palacio Valdes, uno de los máximos exponentes  de la literatura de la generación del 68. En su obra, el autor nos describe el mundo rural de principios de 1900 y los principales cambios ocurridos en el Valle del Nalón y en Asturias durante la industrialización.

La Ruta teatralizada La aldea perdida recorre unos 5 km de senderos en plena naturaleza asturiana.

A lo largo del trayecto, algunos de los personajes de la novela nos irán relatando sus historias y peripecias mientras nos muestran diferentes rincones descritos por el escritor asturiano en la obra.

La ruta comienza en la casa natal del escritor Armando Palacio Valdés en la localidad de Laviana (hoy día convertida en el Centro de Interpretación Armando Palacio Valdés). Desde allí, acompañados de la joven Flora, nos dirigiremos hacia el llagar de Martiñan donde tomaremos un culete de sidra, no sin encontrarnos antes a Rosenda, la “vieja cotilla” de la localidad, en uno de los típicos hórreos asturianos.  Allí, en el llagar, además de escuchar las vivencias de los personajes, jugaremos y bailaremos al son del pandero y de las canciones tradicionales de Flora.

Desde allí, acompañados por “el capitán”, pondremos rumbo hacia Villoria a través de sendas que unían las localidades. Durante el camino tendremos la oportunidad de degustar los buenísimos bollos preñaos de la Tía Geroma, fruta de la huerta o algunas galletas artesanas de las de toda la vida. Mmmmm… Que rico estaba todo.

También no encontraremos con uno de los mineros que trabajaban en la zona, que nos sorprenderá con el sonido de los barrenos que ha hecho estallar mientras trabaja en la mina. A través de su conversación con “él capitán” vislumbraremos un poco cómo era la dura vida de estos hombres en los primeros tiempos de la industrialización del Valle del Nalón.

Y ya, desde allí, atravesando prados y montañas llegaremos a Villoria, donde finaliza la ruta. Y digo la ruta, porque la actividad continua. Como esta ruta no es circular, Bárbara o Pablo, llevará a los conductores de nuevo a Laviana en su vehículo para que puedan recogerlo y llevarlo a Villoria. Mientras tanto los demás nos quedamos recuperando fuerzas a la sombra de una plaza, viendo jugar a los niños del grupo.

Una vez reunidos de nuevo todo el grupo, subiremos a las instalaciones de El Trasgu la Fronda. Allí podremos degustar un menú típico de la fiesta de la Espicha. El plato principal que comeremos es el cordero a la estaca. No recuerdo exactamente todo lo que comimos, pero lo que si recuerdo es lo buenísimo que estaba todo. Todo hecho en casa, desde la comida hasta la sidra que la acompañó. Los platos los elaboran ellos mismos usando productos de su huerta. Y la sidra la hacen con las manzanas de sus árboles.

Recuerdo que cuando nosotros la hicimos debíamos ser un par de familias además de la nuestra y unas parejas. Era un grupo muy majo. Lo pasamos genial. Después de comer, la sobremesa se alargó hablando de como eran las cosas antes y ahora. Más de uno habían trabajado en la minería, o lo había hecho su familia y estuvieron contando anécdotas. Además, Bárbara volvió a sacar su pandero y nos deleitó con más canciones tradicionales. Mientras, los niños jugaban por los alrededores. Toda una experiencia. Os dejo un vídeo para que os hagáis una idea 😉

La ruta es fácil, pero no se puede hacer con un carrito. O al menos yo no os lo recomiendo. A lo largo de esos 5km. hay tramos de senda con pendientes, en los que el terreno no es llano. César aún no tenía los años, así que me llevé el portabebés y la hicimos sin problemas.

Eso sí, no olvidéis llevar agua. No encontraremos fuentes durante el recorrido y si hace calor (nosotros la hicimos en agosto) vais a necesitar beber.

Las rutas se hacen cada año entre Semana Santa y Octubre. Así que, muy pronto se hará la primera de la temporada. Va a ser el próximo día 15 de abril. Así que yo os animo ha hacerla. Eso sí, tenéis que reservar plaza para la ruta teatralizada La Aldea Perdida. No os la perdáis, es toda una experiencia.